miércoles, 18 de noviembre de 2009

Castillo San Fernando de Omoa



La belleza e historia que encierra la fortaleza de San Fernando de Omoa, en el caribe hondureño, hace olvidar el sofocante calor imperante en este sitio turístico y el mal estado de la carretera que conduce al lugar.

"Podría llegar más gente, pero años tenemos de esperar la reparación de la calle", afirma uno de los encargados, mientras, solícito, extiende el pase para penetrar al Museo de Omoa, aledaño a la fortificación colonial.

La fortaleza de San Fernando de Omoa, en vías de ser declarada Patrimonio Cultural de la Humanidad, fue construida, como otras edificaciones de este tipo en el Caribe, para defender a los pobladores españoles de tierra de los continuos ataques de piratas.

Ingresar a la fortaleza significa instalarse de súbito en el pasado. De entrada se percibe un aire fresco, que contrasta con las altas temperaturas -de más 30 grados centígrados- prevalecientes en el exterior.

En uno de los salones cercanos a la entrada principal, se encuentran, apiladas, cientos de balas de cañón que nunca llegaron a tocar a los enemigos. Cada una pesa 10 kilogramos.

Omoa se encuentra a unos 15 kilómetros al oeste de Puerto Cortés, en el caribe hondureño. Se llega al sitio a través de una carretera repleta de huecos, por lo que el recorrido es lento, pero al final, la majestuosidad de la edificación compensa el agobiante trayecto.

Después de recorrer la fortaleza, el visitante amante de las playas tiene la oportunidad de disfrutar las cálidas aguas de la Bahía de Omoa, cuyo atractivo natural se mantiene intacto ante la falta de infraestructura en esta localidad de 30 mil habitantes.



La fortaleza y sus alrededores forman parte de los atractivos arqueológicos y coloniales de Centroamérica y se ubican como aporte hondureño en la ruta del Mundo Maya, un circuito turístico integrado también por México, El Salvador, Guatemala y Belice.

Rodeada de exuberante vegetación, la construcción de 36 hectáreas ha resistido las inclemencias de la naturaleza y el entorno conserva una rica biodiversidad, aunque el ecosistema peligra por la explotación agrícola y la caza indiscriminada.

Además de servir como un edificio defensivo en la época colonial, la fortaleza fue utilizada entre 1909 y 1959 como prisión, tanto para reos comunes como para los enemigos políticos del dictador hondureño Tiburcio Carias (1933-1949).

El Instituto Hondureño de Antropología e Historia (IHAH) cataloga a la Fortaleza de San Fernando de Omoa como un monumento único en Centroamérica, pues a diferencia de otras edificaciones de ese tipo en la región, se ha conservado en buen estado.

La fortaleza, construida durante la segunda mitad del siglo XVIII, fue escenario de violentos combates. En 1779, las fuerzas españolas repelieron un asalto de tropas británicas.

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